sábado, 6 de julio de 2013

Dante Vázquez

Claroscuro

I
¡Vete! ¿Qué esperas? ¡Vete!
¿Qué?
¿Quieres que te de para tu pasaje?,
me dijo
con su carita de ardilla iracunda.
Sonreí sin voz,
salí de su pequeño cuarto
estrellado,
cerré la puerta
de su anchuroso hogar
y volví a verla
unos días después de fumarme
el último cigarrillo
de la cajetilla que compré
con su noble gesto.

II
Me buscó. Le di un beso.
En el fondo nos necesitábamos.


Dante Vázquez  (Ciudad de México)

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