domingo, 7 de julio de 2013

Iván Medina Castro

Sueños de una noche de verano

-No veo nada –fue tan sorpresivo-; es inútil hurgar en mis recuerdos, no sé quiénes los masacraron: el ejército, los narcos, la policía fronteriza o el maligno –sí, el demonio, pues hasta me pareció oler el azufre mientras dirigía a sus esbirros-. Una vez iniciada la ráfaga de AR-15 los doce allí reunidos en el páramo salimos como enjambre en busca de un lugar donde podernos resguardar. El ruido incesante de ese fusil por vez primera me aterró, pues lo conozco a la perfección, tan bien como los ronquidos de mi mujer. Cargué ese tipo de arma durante mi participación con la guerrilla hasta que la entregué el día de la firma del armisticio. Yo me salvé de pura suerte. Ahí mismo donde estaba en cuclillas quedé parapetado haciéndome pequeño junto al cuerpo agujereado de Camilo que me procuró en todo momento protección. Inerte, con los ojos bien cerrados, conteniendo hasta el maldito soplo mientras borbotones de sangre anegaban mi cuerpo. De pronto, el eco macabro del griterío se deslizó hasta perderse en el río y la balacera desapareció, úni-camente los perros continuaron con sus aullidos lamentando la tragedia. Abrí los ojos y de soslayo con un repaso acelerado y suspicaz miré hacia donde creí procedía el terror. No enfoqué nada en concreto, únicamente un mar de polvo azulado que terminó por cegarme, lo que bastó para sumirme en un ensueño taciturno y perenne.

Iván Medina Castro (México)
e-mail: imc_grozny@yahoo.com

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