sábado, 6 de julio de 2013

Mercedes Femenia


HOMERO

Se sienta en su silla y espera.
Espera el final de nuestro día
para comenzar lo prohibido, lo destructivo.
Cuando se han suspirado los sueños
en la cama de su amante,
nada espera y se abalanza
sobre la Diosa amarga de la tristeza.
Y con liviandad líquida envenena su garganta,
calmando la frustración y el fracaso.

Un prole más, abatido por la bestia
del consumo necesario, dependiente.
Satisfacción efímera y repetitiva
que no lo lleva a ningún lugar agradable.
Ese ritual (casi diario), no hace efecto
por mucho más de lo que duran sus vasos.


Mercedes Femenia (Santa Fe capital)

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