Un sueño
La habitación en penumbra. Del centro del techo brotan escarabajos, escorpiones, cienpies, viudas negras, caras de niño y otros insectos. Una luz blanquecina resguarda de sombras exteriores los pasillos. Puertas. Consultorios. Entradas. Salidas. Escaleras. ¿Qué busca?, se escucha. ¿Para qué? Dos enfermeras sonríen entre sí frente un elevador. Cuarto piso. Un baño descuidado. La calle es un hormiguero de algarabía carnavalesca. Las caderas de Arely son un poquito más anchas. ¡Ven!, grita contenta; es una cama de trigo al aire. Besos almibarados. Caricias sedosas. Mordidas secretas. Abre sus alas. Un rastro de sangre en el suelo. Marcas carmesí en las paredes. Cálida y húmeda oscuridad. El principio. El fin. El destierro.El regreso. La risa de una niña rasga la aparente inmovilidad del sonido. La pequeña corre hasta volverse destello acanelado. La mirada de Silvana. La sigue. El mismo lugar.Una asistente médica se acerca lentamente. La Dra. Agelik no podrá atenderlo, pero no se preocupe ya anoté una nueva cita en este carnet, dice amablemente. Un pestañeo angélico. La mano de Yvo arrancando un diente de león de una jardinera del patio donde está una fuente de verdes enredaderas. El viento sopla impetuoso. ¿Qué busca? ¿Para qué? El horizonte es una sábana de colores rosas y violetas. Una zorra platinada salta y salta y salta frente a ellos. Van tras ella. Poco a poco se disuelve en un río cristalino de un valle de gerberas. Un águila dorada observa sobre las nubes. Está a la vista. Saciará su hambre.
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