miércoles, 23 de octubre de 2013

J. J. C.

Joel

El primer recuerdo que tengo de Joel es en el club San Martín. Blanco y pecoso. Muy pecoso. Tiene una remera rayada y pantalones cortos por los que deslizan sus piernas flaquitas. También blancas, pero no pecosas. Lo tengo agarrado de la remera rayada y con la otra mano sostengo un palito que en la punta tiene caca.

Yo por mi parte tengo caca en mi remera blanca. No lo recuerdo claramente, pero supongo que Joel me debe haber manchado. No recuerdo claramente ese punto, pero si recuerdo un sentimiento de ojo por ojo.

Joel me dice que si lo mancho me pega una piña.

Alrededor, una veintena de chicos de nuestra edad. No me acuerdo si es un cumpleaños o una clase de gimnasia. Debe ser un cumpleaños, porque tenemos edad de primaria y recién en la secundaria empezamos a tener clases de gimnasia en los clubes del pueblo.

El club San Martín es un predio enorme con distintos sectores bien diferenciados, el edificio, la cancha de básquet, la pileta, la cancha de fútbol y el parque. Nosotro estamos en el parque, entre el quincho y la cancha de volley playero.

Me manchas y te pego una piña.

Alrededor, la veintena de chicos alienta a que concrete el acto y, como tocándolo con una varita mágica, acerco lentamente el palito con caca hasta que hace contacto con su remera a rayas.

Pum. Me sienta de una piña y los ojos se me humedecen enseguida. Me quiero largar a llorar pero me aguanto como puedo. Los otros chicos lo empiezan a empujar a Joel, le gritan cosas, lo insultan, le dicen testigo de Jehová, confundiendo su religión, porque Joel es evangelista.

Lo siguiente que recuerdo es llegar a mi casa llorando y abrazar a mi mamá.

J. J. C. (Santa Fe)  
blog: 
http://www.juanjoconti.com.ar


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