Enciendo un tucanizado
en el piloto automático del calefón.
... Hago mate y disfruto
la estimulación simpática
que me brinda la lectura
al aire libre, en el patio de casa.
No tengo que responder a ninguna consigna escriturial,
más bien leo por puro placer, pero enseguida
tengo que guillotinar los segmentos de texto
con preguntas y observaciones que ponen de relieve
el fenómeno de la dispersión. Por ejemplo:
a) ¿Cómo es que le han modificado la genética
a los pollos, el fenómeno de la doble pechuga?
b) ¿Por qué las plantas no abandonaron la postura shoegazing del invierno?
c) Si parasitosis zoonóticas le meten conga al rigor mortis de una paloma
que, decapiteited, permanece en los dientes de mi gato…¿se puede
considerar ésta, una actitud black metal por parte de la mascota?
d) ¿Y si -a diferencia de Prufrock- mido la vida con postas de sábalo?
Ya fue, debo abandonar esta lectura.
Mis fibras nerviosas empujan hacia los envases polarizados.
Voy a destapar un porrón en el horario donde debería figurar la merienda.
Necesito amor en estado líquido.
Santiago Pontoni (Santa Fe capital)
blog: Ediciones Diatriba
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